14.11.07

Hormigas

Hubiese sido cruel registrar en video la devastadora acción que miles de hormigas organizadas emprendieron contra un bonito arbolito que da sombra a mis siestas -cruel con el arbolito-, pero muy impactante.
En apenas tres días un ejército marchó sobre el objetivo y podó el equivalente en hojas a diez atados de espinaca.
El comando de cortadoras logró dejar pelada casi toda la copa.
Pero cuando el batallón de transportadoras llevaba la carga prolijamente hacia el hormiguero la lluvia las obligó a cambiar los planes;  abandonaron el botín prolijamente, dejando una hilera de hojas de varios metros de longitud, se juntaron y formaron una sola para resistir la tormenta.
La oportunidad de liquidar de una vez, con un solo pisotón a todo un batallón se me antojó poco deportiva.
Puesto que el pisotón no hubiese tenido mayor incidencia en la que descontaba sería mi victoria final, elegí la grandeza.
Mi mujer fue más práctica.
Cuando dejó de llover, volqué a lo largo del camino que une el arbolito con el hormiguero un producto granulado y confirmé enseguida lo que me había prometido el vendedor.
Un nuevo batallón de transportadoras llevaba alegremente el veneno hacia el hormiguero; allí las masticadoras morirían al intentar procesarlo condenando a la muerte por hambruna a todo el hormiguero.
Intuyo que llegará el día en que se prohibirá la utilización de armas químicas contra los insectos; me temo que para entonces las hormigas habrán logrado mutar para asimilar ese y otros venenos.
Por las dudas comenzaré a hacer inteligencia, desde mañana espiaré a las coloradas.