31.12.11

Post del nuevo año

En la cueva de Altamira, azotado por látigos de fuego, el bisonte de Unamuno inoculó su veneno a la hispanidad. 
Una niña-gusano, llamada María Faustina, como un neutrino superlumínico, viajó hasta el paleolítico para traernos el toro que siempre había estado con nosotros.
Una travesía de veinte mil años para confirmar aquello que siempre supimos. 
Hoy, 31 de Diciembre de 2011, de la mano del inefable Werner, despido el año en otra ceremonia cavernaria; en este caso, en la vieja Galia, entre caballos, osos y leones, bailan bisontes de doce patas, atávicas danzas que no soñó el poeta, pentatónicas melodías prefiguradas entonces que -intuyo- repetimos sin saber.
Pronto, en banal combinación de azufre, carbón de madera y nitrato de potasio, alguno de aquellos átomos prehistóricos, trasmutado en artificio de los hombres modernos, usurpará la noche estrellada para anunciar el nuevo año.
Que entre las múltiples geometrías que silbarán en el cielo nuevo, se insinúe la imagen del bisonte.
Salud.