20.4.08

Los peces no miran a los ojos

La pesca no es para cualquiera.

Aunque la caza lo es menos aún.

Matar un pez, sacarle las escamas y desespinarlo, requiere de cierto oficio, pero es una tarea que podrían realizar la mayoría de los adultos.

Mucho más difícil es matar un cordero, o dispararle a un ciervo, o torcerle el pescuezo a un pollo y desplumarlo.

Para algunos orientales, cerdos y peces poseen el astral más bajo del reino animal.

Mi hipótesis ya ha sido sugerida.

 

Recomiendan consumir el pescado de río muy fresco.

Dicen que a diferencia de la pesca en alta mar, se carece de la infraestructura necesaria para asegurar la cadena de frío.

El padre de un amigo refiere que en el litroral es habitual orinar el surubí para que se mantenga en buen estado y conserve un color acceptable.

En los buques factoría eso no ocurre.

En muchos casos los peces son congelados aún con vida.

 

Sigfrid Voelker no es el único que ha visto revivir un pez sobre la mesada, pero su caso es el primero en ser documentado y probado científicamente.

Lo curioso es que cuando llegó al laboratorio, el pescado no solo estaba muerto si no que además ya había sido cocinado.

El señor Voelker se asustó de tal modo cuando el pez corcoveó sobre el mármol de su cocina, que de un inmediato y certero cuchillazo le cortó la cabeza.

Gracias al Dr.  Knauper, invitado de Voelker esa noche, que al escuchar el relato decidió sacrificar su porción y llevarla a laboratorio, las investigaciones en el campo de la criogenia recibieron un importantísimo espaldarazo económico.

 

Pd. El pez no fue bautizado Walt.

Pero sus restos serán subastados.

Los fondos obtenidos se destinarían a congelar la legendaria y moribunda orca del  acuario  de  Uusikaupunki, la primera que logró hacer doble mortal hacia atrás.